Aprende a gestionar tus pensamientos como si fueran olas: déjalos llegar, déjalos ir, mientras eliges navegar hacia tus metas con claridad.
Tal vez ahora todo se siente nublado, pero esa niebla no define tu camino. Dentro de ti ya hay una chispa, una pequeña luz que quiere crecer.
Esa chispa son tus valores: relaciones significativas, autocuidado, salud integral, o simplemente la idea de vivir una vida que se sienta auténtica y llena de propósito. Aquí no hay juicios, solo un espacio seguro para descubrir juntos cómo puedes avanzar, a tu ritmo y con el respeto que mereces.
La pregunta ahora no es cómo llegaste aquí, sino qué quieres hacer con lo que tienes frente a ti.
- ¿Cómo sería escuchar lo que tus emociones tienen para decir, en lugar de ignorarlas?
- ¿Qué pasaría si dejaras de pelear con tus pensamientos y, en cambio, los dejaras hablar mientras tú eliges a dónde dirigir tu energía?
Porque no se trata de cambiar quién eres, sino de descubrir cómo ser esa versión de ti que está lista para vivir con más amor, respeto y plenitud. Aquí estoy, lista para caminar contigo.
A veces, la vida se siente como un laberinto sin salida. Sabes que algo no está bien, pero no puedes señalar exactamente qué es. Esa sensación de desánimo, de estar desconectado de las cosas que antes te llenaban, puede ser abrumadora. Es como si estuvieras en una habitación a oscuras, buscando el interruptor de la luz con las manos extendidas. Pero aquí está el detalle: no tienes que encontrar ese interruptor solo.
Lo que estás sintiendo no es extraño ni está fuera de lugar. Es más, considerando tu historia, sería casi imposible que no te sintieras así. Lo que alguna vez te sirvió para sobrevivir, para avanzar, ahora tal vez se ha convertido en un peso que te frena.
Pero esto no significa que estés roto o que algo esté mal contigo.
Al contrario, significa que tienes la oportunidad de aprender nuevas formas de vivir, de relacionarte contigo mismo y con los demás, formas que estén más alineadas con quien realmente eres hoy.
Si te sientes perdido, no estás solo.
Yo estoy aquí para ofrecerte esa mano amiga, esa mano amable en tu espalda que te da la seguridad de que puedes dar un paso más. No voy a empujarte ni a llevarte por un camino que no quieras recorrer. Al contrario, vamos a explorar juntos qué necesitas, cómo sería para ti tomar el control de tu vida con compasión y cuidado. Porque al final, la montaña es tuya, y tú decides cómo escalarla. Yo solo seré tu guía, tu compañera, alguien que camina a tu lado para recordarte que tienes lo necesario dentro de ti para llegar a la cima.
¡Encantada de conocerte! Soy Verónica González, Psicóloga General Sanitaria.
Desde que tengo memoria, siempre he querido ser psicóloga. Incluso antes de entender qué significaba realmente esa profesión o en qué consistiría mi trabajo, ya sabía que mi pasión estaba en ayudar a los demás a superar sus dificultades.
Siempre he sido una persona curiosa. Desde niña, me fascinaba observar el mundo de las personas: cómo se vestían, cómo hablaban, cómo eran sus casas, qué guardaban en sus cajones. Me encantaba mirar y tratar de entender. Creo que esta curiosidad natural me ha facilitado conectar con mis pacientes, logrando que se sientan vistos y valorados.
Sin embargo, el camino hasta llegar aquí no ha sido sencillo.
A pesar de mi vocación, también me enfrenté al miedo, a la incertidumbre y al desánimo. Hubo momentos en los que me sentí perdida, sin trabajo y atrapada en una inseguridad constante. Me encontraba preguntándome una y otra vez: «¿Y ahora qué? ¿Qué hago con mi vida?»
Hasta ese momento, mi vida había sido relativamente estable, con sus altibajos, pero en general cómoda y plena. Fue justamente durante esa crisis personal cuando aprendí una de las lecciones más valiosas de mi carrera. Experimenté de primera mano lo que es el miedo paralizante, la tristeza que te aísla de todo lo que amas y la desconexión emocional. Conocí esa sensación de no poder disfrutar de las cosas que antes me llenaban, esa mente que no deja de susurrar pensamientos negativos, uno tras otro, sin tregua. También enfrenté la culpa de sentirme así, de creerme una carga, y el deseo de aislarme para no incomodar a los demás. Viví la lucha interna de pensar que no «debería» sentirme así, de cuestionarme constantemente.
Fue en ese momento cuando decidí iniciar mi propio proceso de terapia.
Si ya amaba mi profesión, vivir en carne propia los cambios que trajo ese proceso terminó por enamorarme por completo de mi trabajo. Poco a poco, fui dejando de escuchar esa inseguridad que me invitaba a quedarme en la comodidad de la inmovilidad. Aprendí a ignorar los consejos del miedo y a avanzar, paso a paso, con amor propio y compasión. Esa experiencia no solo me fortaleció a nivel personal, sino también profesional.
Hoy, cada vez que alguien se sienta frente a mí, puedo reconocer el esfuerzo titánico que representa ese acto. Sé lo valiente que hay que ser para abrirse en el momento de mayor vulnerabilidad y decidir trabajar por el propio bienestar.
Mis valores profesionales son: la sensibilidad y la formación. Pero más allá de lo que dicen los libros, sé lo que es sentarse en esa silla y abrir el corazón en un proceso de terapia. Por eso en mi consulta vas a encontrar siempre admiración y un profundo respeto por tu proceso, hasta que lleguemos a mi parte favorita de la terapia, lo que a mí más me conmueve: escuchar sobre tus avances, tus logros y tus transformaciones.
Cuando alguien a quien he acompañado se va de alta, me inunda un profundo sentimiento de orgullo, no solo por el trabajo que hemos hecho juntos, sino porque hemos despertado esa capacidad innata que tienen las personas para sanar, recuperarse y avanzar.
Creo firmemente que, a veces, solo necesitamos una mano amable que nos acompañe en los momentos de dolor.
Una presencia que confíe en nuestra capacidad, que nos ayude a ver lo que no podemos percibir por nosotros mismos y que esté ahí, simplemente, para sostenernos si caemos. Mi misión es ser esa mano que acompaña a las personas mientras transitan su camino, ayudándolas a ganar autonomía, fuerza y confianza en sus propias habilidades. De acuerdo con mis valores, como la profesionalidad, la calidad y el rigor, me esfuerzo por formarme continuamente para ofrecer el mejor servicio posible. Aquí tienes una pequeña muestra de la ruta que he seguido para llegar hasta ti:
Lo que mis pacientes opinan sobre mí
Magnífica profesional y persona. Gracias a Verónica y sus cualidades (es empatica, abierta de mente, tiene grandes habilidades comunicativas…) he podido mejorar en todos los aspectos de mi vida. La recomiendo encarecidamente.
Tu bienestar emocional está a solo una sesión de distancia
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